miércoles, 27 de febrero de 2013


Sus ojos marrones yo ya conocía. Sus ojos marrones yo veía todos los días. Sus ojos marrones comencé a mirar con otros ojos míos aquella tarde. Sus ojos marrones ya no eran los mismos ojos marrones que yo hacía años comprendía. Yo ahora, veía otros ojos marrones. Sus ojos marrones a mi me gustaban. Sus ojos marrones me confundían. No se si eran los mismos ojos marrones o si eran mis ojos verdes que ahora los veían de otra manera.
Mis ojos verdes y sus ojos marrones estaban viendo otra cosa ahora. Era exactamente lo mismo que hace diez años atrás, o vaya uno a saber cuanto tiempo hacía que estos cuatro ojos se conocían y nunca se habían mirado con esa mirada que ahora no se podían quitar.
Nos mirábamos como cuando éramos niños, el mismo pelo de esos ojos, los mismos lunares y la misma boca. Incluso la misma voz hacía sentir ahora que los otros ojos me pertenecían.
Tanto tiempo teniéndonos ahí al lado. Tanto tiempo buscando lejos. Tanto tiempo mirando con otros ojos a otros ojos que no me pertenecían.
Estos ojos verdes eran los mismos ojos verdes que ahora veían con otros ojos porque sus pestañas ya no los sobreprotegían. Ahora esos ojos veían sin límites, sin miedos, con ganas y con amor.
Cuatro ojos se conocen como nunca antes y como nunca después…

No hay comentarios:

Publicar un comentario